La primavera es tiempo de florecer, plantar, crecer... y
por ello, es el mejor momento para tener en cuenta las preciadas semillas.
Pequeños tesoros llenos de vida, capaces de darte lo mejor de sí.
Son un alimento muy preciado a nivel nutricional, ya que
aportan minerales, grasas, vitaminas y aminoácidos. Contienen también ácido fólico,
que es de vital importancia en el embarazo y la lactancia. Su contenido en
fibra es básico para la flora intestinal.
¿Cómo conservarlas?
Es importante guardar las semillas en un tarro de cristal
bien cerrado y lejos de la luz directa. Así, evitaremos que la temperatura y la
luz las vuelvan rancias. En verano, es bueno guardarlas en la nevera o
congelador.
Para aprovechar todas sus propiedades....
Es importante dejarlas en remojo unas horas o bien
tostarlas en una sartén sin nada de aceite (solo un par de minutos) y molerlas
un poco con un molinillo. De esta forma, conseguiremos aprovechar todos sus
nutrientes.
Si se comen directamente, el cuerpo las expulsa de la
misma manera que han entrado.
¿Cuándo las cómo?
Podemos añadir semillas casi en cualquier lugar:
directamente sobre el pan o dentro de él, en cremas de verduras, para decorar
patés vegetales, en los batidos, en el yogur, en el muesli... y también podemos
crear postres maravillosos con chía.
Con una cucharada al día, es suficiente. ¡No necesitamos
tomar un plato entero de semillas!
Todas las semillas, comparten las mismas propiedades
generales, pero cada una de ellas tiene sus propios beneficios nutricionales.
Chía
Estas semillas pequeñas y negras, contienen mucho omega
3. Últimamente se han puesto de moda por su capacidad de soltar mucílagos
cuando se dejan en remojo, formando
deliciosos postres con textura de flan. Su contenido en calcio es mayor que el
de la leche y contienen más potasio que los plátanos.
Girasol
La semilla de toda la vida. Aunque estamos acostumbrados
a encontrarlas tostadas y saladas, y lo mejor es consumirlas en crudo y sin
sal. Contienen muchos minerales (en especial magnesio y potasio), por lo que
son buenas aliadas para reducir lesiones y mejorar el rendimiento deportivo.
Semillas de cáñamo sin piel
Las semillas de cáñamo constituyen uno de los alimentos más nutritivos que
existen. Contienen todos los aminoácidos esenciales (por lo que son proteína
completa), hierro, magnesio, vitaminas del grupo B, clorofila y un 33% de
proteína. Son consideradas como el alimento funcional más equilibrado que
existe, ya que en muchos de sus componentes tienen las proporciones exactas que
nuestro cuerpo necesita.
Amapola
Son las semillas más pequeñas que tenemos en la
despensa. Pero en su tamaño, se esconden un sinfín de propiedades interesantes.
Históricamente, estas semillas se utilizaban como afrodisíaco, para atraer el
amor y promover la fertilidad. Actualmente no se ha demostrado este efecto,
pero se les reconoce un efecto relajante. Dan un toque muy especial a panes
integrales y patés vegetales. Es recomendable consumirlas en poca cantidad y no
son las más indicadas para niños.
Calabaza
Las semillas de calabaza son ricas en triptófano,
un aminoácido que ayuda a relajar el sistema nervioso. La curcubitacina
presente en estas semillas, ayuda en los problemas de próstata, siendo uno de
los remedios naturales más importantes para este problema.
También contienen dos minerales importantes; el
magnesio (vital para conseguir que el calcio se fije en los huesos) y el cinc.
Además, y por si sus propiedades fueran pocas, se
utilizan también para combatir los parásitos intestinales.
Lino
Se valoran mucho desde el punto de vista
nutricional porqué son muy ricas en fibra, omega 3 y proteínas. Además, tienen
poder laxante (para obtener este efecto, tomar una cucharada sopera de lino por
la mañana y otra por la noche, con un vaso de agua). Para consumirlas pueden
remojarse en agua o bien incorporarse a otros alimentos como cereales, pan,
yogur, arroz, ensaladas, verduras... Su sabor puede recordar al de las nueces.
Podemos encontrar lino dorado o lino marrón. Se
diferencian en que la dorada tiene un sabor un poco más suave.